El presidente Javier Milei presentó su declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción (OA) y reveló que su patrimonio personal alcanzó los $206 millones, un incremento llamativo en medio de un país en recesión y con millones de argentinos ajustándose a políticas de fuerte impacto económico.
Según lo declarado, Milei multiplicó su capital en apenas un año, mientras predica austeridad, recorta jubilaciones, congela sueldos estatales y promueve una reducción drástica del gasto público.
Por su parte, su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, también presentó su declaración jurada, en la que figura un patrimonio triplicado respecto al año pasado. No se explicitaron los ingresos o inversiones que justificarían semejante crecimiento.
Ambos funcionarios concentran un nivel de poder inédito y manejan áreas clave del Estado. En ese contexto, sus declaraciones patrimoniales generaron críticas y preocupación entre sectores opositores y organismos de control, que exigen mayor transparencia sobre el origen y evolución de sus bienes.
En un país donde la ciudadanía enfrenta ajustes, tarifazos y caída del poder adquisitivo, el incremento patrimonial de los hermanos Milei resulta difícil de justificar ante la opinión pública, más aún viniendo de un gobierno que sostiene un discurso de “casta” y de supuesta ejemplaridad ética.
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